Hace no demasiado tiempo nos preguntábamos si la industria tenía o no madurez suficiente para acometer procesos de digitalización. El mercado no tardó demasiado en darnos una respuesta, como en muchas otras materias, los menos eran los que estaban preparados, en medio se situaba una mayoría que esperaba que otros arrancarán para constatar si el proceso de digitalización era tan interesante como se planteaba o no cubría las expectativas, y aún quedaba un tercer grupo de “negacionistas”, un término que se ha puesto de moda en las últimas semanas, y el que podíamos incluir a aquellos que sistemáticamente tienden a aplicar la misma receta para casi todo “esto no es para mí”.