El sector industrial es el motor del crecimiento de un país por su capacidad para potenciar la competitividad e internacionalización de una economía. El efecto tractor que tiene sobre otras actividades, la calidad del empleo que genera, la constante innovación y la rapidez y flexibilidad con la que se adapta a diversas situaciones hacen del tejido empresarial industrial vector de progreso y bienestar de una sociedad.