Han hecho falta más de dos siglos desde que tuviera lugar la Primera Revolución Industrial para llegar a la Cuarta y poder hablar con propiedad de fabricación avanzada. Sí, esa que permite generar y aplicar conocimiento, experiencia y tecnología de última generación e innovaciones que ejercen como facilitadores en la creación de productos, procesos de producción o en servicios de alto valor añadido. Realmente no estamos descubriendo nada nuevo ahora, solo dándole una vuelta más de tuerca, dado que lo que se persigue, en última instancia, es incrementar la productividad de la empresa y, por ende, la competitividad en su mercado.