El cambio como nueva constante es la tónica en el mundo actual. No nos queda otra ante la transformación digital que estamos viviendo y protagonizando en y desde las empresas. Porque, tal y como se ha demostrado a lo largo de la historia, toda revolución industrial implica una profunda reconversión del mercado laboral. Un desafío para el que empresa y trabajador tienen que estar preparados. Unos, para retener y atraer talento; otros, para adaptarse y formarse en nuevas habilidades digitales.
Artículo de Alberto Martínez, CEO de Lantek, publicado en el medio español El Economista. Fecha: 01/11/2017
Ahora bien, no tenemos que ver a la Industria 4.0 como una amenaza, sino como una oportunidad que hay que saber aprovechar. ¿Cómo? Adquiriendo nuevas capacidades y formación relacionada con el mundo digital que, sin duda, darán lugar a empresas más competitivas y productivas y a profesionales más cualificados. Por lo tanto, es necesario reorientar las profesiones, especializándose en aquellas tareas que aportan valor añadido y que no puedan automatizarse o robotizarse. Aspectos como la inspiración, la intuición, la creatividad, la interacción personal o la inteligencia emocional son cualidades que una máquina no tiene.
Una primera impresión podría llevarnos erróneamente a pensar en un futuro preocupante y desmotivador en el mercado de trabajo, pero si echamos la vista atrás, y analizamos el impacto de revoluciones industriales anteriores, el balance final es positivo. Os pongo un ejemplo que leí recientemente en un estudio de CaixaBank sobre Las nuevas tecnologías y el mercado de trabajo. A principios del siglo XX, el 40% de la fuerza laboral estadounidense estaba empleada en el sector agrícola, lejos del 2% actual. Hoy, EEUU no sólo es uno de los principales exportadores de productos agrícolas, sino que su tasa de paro está por debajo del 5%.
Efectivamente, la automatización destruye empleos, pero no destruye la posibilidad de trabajar. Vinculada a la transformación digital van a surgir nuevas profesiones, algunas de las que todavía no sabemos nada, y nuevos modelos de negocio que demandarán otras tareas.
En esta línea, un problema añadido es que las universidades y los centros de estudio no cuentan con carreras adecuadas a los puestos de trabajo que se están demandado ahora en la industria. Los cambios que se están sucediendo en la industria van, de hecho, más rápido que los planes de formación y estudio de los centros. Debería haber un replanteamiento de los planes de estudio que esté más alineado con las nuevas necesidades laborales del sector industrial.
Como hemos visto, la Industria 4.0 tiene un fuerte impacto sobre el empleo. El reto está en hacer rápida, eficaz y equitativa la transición entre la destrucción de puestos de trabajo y la creación de nuevos. En el ínterin, tenemos que formarnos para estar preparados ante este presente y futuro digital que, sin lugar a dudas, traerá un sinfín de oportunidades. En nuestra mano está saber aprovecharlas.
Llegados a este punto, tenemos que cambiar de mentalidad. Forma ya parte de la historia aquellos tiempos en los que uno se licenciaba y trabajaba. En la era digital, en la que todo cambia a una velocidad vertiginosa, hay que adaptarse a las nuevas tecnologías y herramientas e integrarlas en nuestro día a día. Tenemos que adaptarnos a ellas para no quedarnos fuera de juego. Y cuando digo, tenemos, me refiero no sólo a cada uno, como persona, sino también a las propias compañías. Todos juntos tenemos que caminar hacia el cambio. En los tiempos que corren, hay que salir de esa zona de confort si queremos progresar. Así pues, no le tengamos miedo a la transformación digital. Todo lo contrario, sumémonos a ella. Participemos, seamos proactivos, esforcémonos y sintámonos orgullosos de protagonizar esta Revolución Industrial 4.0. Sólo así saldremos fortalecidos.